Nov 10, 2025

VALÈNCIA. Creditas nació hace trece años en Brasil con una ambición clara: abaratar los préstamos aprovechando activos como garantía y la tecnología como motor de eficiencia. Hoy, la fintech fundada por el valenciano Sergio Furio factura 500 millones de euros —frente a los 150 millones de 2021—, opera con 2.000 empleados en remoto y se prepara para dar el salto a Europa tras consolidar su posición en el mayor mercado latinoamericano. "Siempre pensamos que nuestro trabajo es ayudar a la gente a crecer, a emprender y a tener acceso a crédito más justo", resume Furio en conversación con este diario durante su paso por Valencia. Furio abandonó España en 2008 rumbo a Nueva York, donde trabajó en banca de inversión, y más tarde se trasladó a São Paulo para fundar Creditas en 2012. Hoy, tras diecisiete años fuera, ha vuelto a Madrid con su familia para liderar la expansión internacional de la compañía. "Me apetecía volver y que mis hijos crecieran aquí, y además la conexión con Europa es muy importante para nuestra evolución", explica. Desde su nuevo hogar coordina la empresa, que mantiene el 97% de su negocio en Brasil y un 3% en México, aunque ya estudia oportunidades en España y otros mercados europeos para los próximos años. El crecimiento de Creditas no se explica sin la anomalía financiera que Furio identificó hace una década: millones de personas poseen activos valiosos —como coches o viviendas ya pagadas— pero siguen accediendo a créditos caros porque el sistema tradicional no los considera suficiente aval. La compañía empezó ofreciendo préstamos con garantía real a particulares y autónomos que querían impulsar sus proyectos, como el primer cliente de la fintech: "Era un panadero que quería abrir su segundo local. No tenía 50.000 euros, pero su primera panadería generaba caja suficiente y usó su vivienda como garantía". Hoy, ese esquema sigue siendo la piedra angular del negocio: reducir riesgo para abaratar precios. A ello se suma otro modelo innovador: acuerdos con empresas para descontar la cuota del préstamo directamente de las nóminas. "Si la empresa descuenta la cuota, mi riesgo baja; si mi riesgo baja, puedo ofrecer más plazo, mayor importe y un interés menor", sintetiza Furio. El contexto macroeconómico obligó a matizar el rumbo. Durante la pandemia y con los tipos mínimos, las tecnológicas vivieron un periodo de expansión acelerada, en el que Creditas llegó a duplicar equipo hasta los 4.000 empleados. Pero el ciclo cambió y, mientras EE UU y Europa endurecían tipos, Brasil se colocó en niveles mucho más altos —hasta el 15%—, encareciendo la financiación y frenando el apetito de crédito. "Los tipos altos son nuestra materia prima cara", admite Furio. La respuesta fue reducir estructura, automatizar procesos y priorizar rentabilidad sin renunciar al crecimiento. Hoy, Creditas crece al 30% anual con caja propia y ha consolidado su plantilla en 2.000 personas. La reestructuración coincidió con otro cambio estructural: la adopción completa del trabajo remoto. "Somos 100% remotos. No tenemos centros tecnológicos ni oficinas; el talento vive donde quiere", señala. Aun así, la empresa organiza reuniones presenciales estratégicas: cada mes, unas 400 personas del equipo global se reúnen en São Paulo para alineación ejecutiva y cultura corporativa. Cada seis meses, Furio convoca a los principales directivos a un retiro de trabajo. Él mismo reconoce que este modelo le ha permitido volver a España sin perder velocidad y, de paso, atraer a parte de su equipo a Madrid, donde ya trabajan algunos responsables de finanzas e inversores. El futuro, dice, estará marcado por la inteligencia artificial y su capacidad para automatizar procesos financieros, reducir costes y cambiar la forma en que el cliente se relaciona con las entidades. "Hace quince años, la disrupción fue llevar el banco al móvil; ahora la disrupción es sacarlo del móvil y llevarlo a la conversación", asegura. Para Furio, las finanzas serán cada vez más conversacionales, mediadas por bots capaces de ejecutar operaciones en lenguaje natural. Y esa revolución tendrá consecuencias también en el empleo: "Habrá compañías muy grandes que no necesitarán 100.000 empleados. La IA permitirá hacer más con menos y habrá que adaptarse". Pese a su mirada internacional, su vínculo con Valencia sigue presente. Aunque Creditas no mantiene oficinas físicas en la ciudad —cerraron la que abrieron en 2019— sí cuenta con varios trabajadores valencianos. Fue precisamente esa apuesta temprana por el talento distribuido la que facilitó la transición a un modelo completamente remoto. "Valencia es un polo de talento, pero la gente elige dónde vivir; eso es lo que importa", sostiene. Brasil seguirá siendo el motor a corto plazo, y México irá ganando peso conforme el mercado madure. Pero Furio reconoce que la vuelta a España abre un nuevo capítulo para Creditas. "Nuestro siguiente paso es entender a fondo el mercado español y europeo, las necesidades reales del cliente y dónde podemos aportar valor. Quizá dentro de un par de años veamos a Creditas operando aquí". Mientras tanto, la fintech continúa ampliando crédito en un mercado brasileño donde solo ha capturado el 0,5% del potencial disponible. "Nos queda muchísimo recorrido", concluye. Y lo dice alguien que ya demostró que, incluso en los mercados más competitivos, siempre hay espacio para innovar y crecer donde otros no miran.